Vía Verde del Zafán, Tierras Altas y Baix Ebre
1ª Etapa (60 Km por Vía Verde)
Por fin estaba en Alcañiz, una población turolense de gente amable que no dudaba en acercarse para hablar conmigo y contarme curiosidades de la localidad, de los mejores lugares a visitar y donde comer o dormir. Aunque esto yo ya lo tenía solucionado de antemano, no descarto nunca los consejos de los locales.
Dormí en el Hostal Los Calatravos, por 20€ desayuno incluido. Sencillo pero acogedor y un buen trato.
Tras descansar bien y tomar un sencillo desayuno en el hostal, me puse en camino para aprovechar las primeras horas del día y no sufrir el calor que prometía ese cielo despejado. La Vía Verde comienza en la rotonda junto al puente que cruza el río Guadalope, en el Paseo Andrade, salida Caspe. Y allí mismo, ya se cruza el primero de los más de 40 túneles por los que habría de pasar.
Como habréis leído en otros lugares, el tramo entre Alcañiz y Valdealgorfa está sin acondicionar. ¿Qué significa eso? Pues que a ratos está bacheado y a ratos hay molesta gravilla, pero en bastante buenas condiciones. De hecho, es un tramo compartido con vehículos a motor, aunque apenas me crucé alguno.
Se cruzan varios túneles y en mi casó soplaba un viento racheado del Noreste que me frenaba mucho el avance, haciendo dificultosa la suave pendiente que hay hasta Vall-de-Roures.
Es una auténtica gozada pedalear grandes distancias sin el riesgo de la circulación.
En Valjunquera el firme de la pista mejora sensiblemente y desde allí hasta Vall-de-Roures es el último tramo de pendiente. Como el viento me frenaba, ascendía casi imperceptiblemente de forma lenta pero constante, disfrutando del paisaje turolense, donde alternan campos, bosques de pinos y albercas donde nadan apacibles los patos.
Las estaciones abandonadas del tren que antaño cruzo estas tierra salpican el camino y dan un tono melancólico al entorno.
(Enlace a una breve historia del ferrocarril)
http://jumigopa.wordpress.com/val-de-zafan-de-ferrocarril-a-ecocarril/
Llegando a Cretas, comienza una suave pendiente que hace que pedalear sea un placer. De hecho, me planteé hacer más kilómetros ese día, pero al final me atuve al plan inicial. Eso me daba tiempo a disfrutar más del paisaje, que realmente merecía la pena. Y eso que lo mejor me esperaba en los siguientes días.
Me detuve en Horta de Sant Joan, donde me pareció buen lugar para montar el campamento, porque unos holandeses con los que me encontré hablaban de que poco antes, en Arnes-Lledó, se podía uno bañar en el río. Esa simpática pareja de jubilados recorría la vía con despreocupación, con la señora montando una bicicleta eléctrica que le permitía acompañar a su marido en las excursiones. Me pareció una magnifica idea para que ambos pudieran disfrutar del ciclorutismo.
En el pueblo de Horta de Sant Joan me abastecí de agua (2,5Km de fuerte subida lo separan del camino)
Sin embargo al final, a causa de un extraño encuentro con unos transeúntes que se acercaron con sigilo a mis pertenencias cuando me creían despistado haciendo fotos, preferí continuar hasta Bot. Y fue una buena elección.
Bot es el único pueblo que está a la orilla de la Vía Verde y allí pude tomar un café tranquilo, pasear cerca de los viñedos y prepararme una cena caliente. Pregunté en el ayuntamiento si me permitían acampar junto al camino y me dijeron que no había normas en contra ni a favor (osea que me instalara sin molestar)
Monté la tienda, revisé la bicicleta y disfruté de la lectura y una tarde muy agradable.
Por cierto, la plegable se estaba comportando admirablemente y la maleta resultó un buen porta-bultos.
Me acosté pronto, para comenzar uno de los tramos más bonitos del camino al día siguiente.
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