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domingo, 14 de junio de 2015

Roscoff / Île de Batz / Mont-Saint-Michel

Roscof:


Por fin en Roscoff, aunque no fuese el final del viaje

Roscoff mola. Embarcadero para marea baja (mirad en la foto como quedan embarrancadas las barcas), otro para marea alta, Un faro, una historia de corsarios detrás...
Además está en las orillas del Canal de la Mancha y de aquí parten barcos a inglaterra (de ahí que viese tanto turista inglés). Al otro lado del canal están los famosos acantilados blancos de Dover, ya en la Gran Bretaña.
Yo de momento seguía en la Bretaña, pero la francesa. Pedaleé un poco por los alrrededores, disfrutando de la fuerte brisa marina.

Las gaviotas planeaban estáticas en el fuerte aire

Siempre que estoy en un lugar así, me dan ganas de vivir en él al menos un año, para verlo en las diferentes estaciones, observar a los pescadores en sus faenas...
Me encantan estos puertos porque están muy lejos de los destrozos urbanísticos a los que estamos acostumbrados. Aquí se conserva un equilibrio y hasta el aire huele más puro.

Casi más ingleses que franceses...

Curiosas mansiones.

Extraña y bonita iglesia.

¿Dragones? ¿Salamandras?

El aire del mar me despeja y reanima. Quiero seguir y busco el embarcadero. ¡Me voy hoy mismo a la Isla de Batz!.
El viento sopla cada vez más fuerte y temo que el tiempo empeore, pero al final hubo suerte y no fue a más.
El larguísimo embarcadero de marea baja.

Compro billete de ida y vuelta. Mi bicicleta, aunque plegada ocupa menos que alguna de las maletas de los turistas, hace que me obliguen a pagar otro billete para ella. No me pareció justo.
Pero ya estoy montado en el barco y estoy muy ilusionado.

El viaje dura tan solo 15 minutos, pero da una sensación de aventura.

Y tras un rápido trayecto, desembarcamos en la pequeña Île de Batz.

Île de Batz: (Unos 12 Km dando vueltas por la isla)




El lugar es precioso y evocador. Me siento bien y con ganas de recorrerla, pero lo primero es lo primero. Es por la tarde y debo de buscar alojamiento.

 Llegando a la Île de Batz

 Tengo previsto alojarme en un albergue, pero ahora recuerdo que no he llamado para reservar. Tras subir algunas cuestas que me hicieron jadear, llego al pequeño albergue y como no, está completo.
Como ven que llevo tienda de campaña, me aconsejan ir al camping municipal, junto al faro.
No se podía dar una indicación mejor, porque en esta pequeña isla, es la mejor referencia que tenemos. Se ve casi desde cualquier lado.
Pedaleo y ya me voy dando cuenta de que las estrechas carreteras llevan por paisajes de una gran belleza. Incluso las calles de la población tienen encanto, porque aquí todos cuidan muy bien sus jardines.

El omnipresente faro.

 Cuando llego, descubro que el "campig" no es más que una parte de la isla deshabitada, cubierta de pasto salvaje que llega hasta los mismísimos acantilados.
Es precioso y tan solo veo tres tiendas diseminadas por la zona. ¡Disponíamos de un terreno enorme por tienda!. Mis "vecinos" estaban a un tiro de piedra y tan solo otro más como a unos 400 metros, así que tenía una cala de arena blanca casi para mí solo.

 Imaginad la gozada que fue montar la tienda, caminar por la arena, sentarme en unas altas rocas a ver atardecer mientras asustados conejos corrían a esconderse en sus madrigueras al caer el sol.
Todavía me dio tiempo de comprar algo en una tienda local para cenar.

Vistas desde mi lugar de acampada.

En la isla hay varias calas como esta. Algunas más escondidas y bonitas.

Fue maravilloso dormir con el golpear de las olas tan cerca, sintiéndolas de forma rítmica a través del suelo, como si escuchara el lento corazón de la propia Tierra.

Esto es un pequeño paraíso.

Tengo que decir que una guarda de la isla, o del ayuntamiento o lo que sea, se acercó en bicicleta para decirme que no había problema por acampar allí, pero que debía abonar 4€ y pico. No puse objeciones, hasta me dió un resguardo. Además, resulta que había unos baños públicos al fondo, pero muy al fondo del prado. Da igual, con el mar al lado y tanto campo para plantar pinos...

Desperté feliz como una perdiz.

Una mañana espléndida. Me esperaba un bonito día.

 Desmonté el campamento. Me fui a darme una ducha "a la francesa" a los lavabos, porque el mar estaba muy frío y me acerqué en bicicleta al pueblo, donde desayuné y cargué las pilas para visitar toda la isla. Y vaya si lo hice. Durante cuatro horas seguidas no dejé nada sin investigar.

Lo mejor fue el sendero que bordeaba la costa, entre prados mullidos como esponjas cubiertos de flores y el romper del mar en los acantilados rocosos. Pedalear por allí fue una de las mejores experiencias del viaje.

El camino se hacía sendero más adedante

La isla vive de la agricultura y algunos animales, además del turismo

Cada cual, cuidaba de su terreno de forma detallista 

La linea del paseo maritimo

En ese embarcadero reciben los suministros

Hay quien vive de lujo

 En fin, que hay que verlo. Espero que en el vídeo que preparo se aprecie mejor el frágil equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, y como aquí todavía logran mantenerlo.

Tan solo vi un par de vehículos y algunos tractores antediluvianos. La vida transcurre allí muy sosegada.
Pero al final tenía que marcharme, así que tome un barco de vuelta y regresé a Roscoff.
Quería intentar tomar el tren a Dol-de-Bretagne, porque amig@s, Dinan y St-Malo tendrían que esperar a otro viaje. Había gastado más de lo previsto y además, el viaje se estaba alargando demasiado. Una lástima.

Mi intención pues, era la de ir a Dol-de-Bretagne, desde donde llegar al Mont-Saint-Michel.
Y usar esta población como lugar de operaciones para regresar después a Pau y a España.


Dol-de-Bretagne: 

Autobús de Roscoff a Morlaix y de allí a Dol-de-Bretagne en tren.
En los TGV no me pusieron problema al ser un bicicleta plegable y reservar billete avisando. En los TER no hay practicante problema a no ser que vaya llenos de ciclistas.

Fue algo improvisado y me sorprendió lo bonito que es el pueblo. Sin ser algo fuera de lo normal allí, tenía una calle principal muy bonita.



Parece un cuento de los Hermanos Grimm

 Un lugar tranquilo y agradable

Busque el camping municipal y cogí plaza para dos noches. Estábamos muy pocos. Y para sorpresa mía no había nadie guardándolo en ese momento.
Los residentes me dijeron que montase la tienda y no me preocupara. Y no me extraña, cuando horas después apareció el encargado, me recordó a Coque Calatrava, el de "La que se avecina". Sí, el de la cresta.
Fumao, borrachín y viva la vida. Un zagal al que cuando le ofrecí pagarle las dos noches ya, me dijo con acento de fumeta profesional que no había prisa, que me tomara la vida con calma.
Pues nada. Acampé y preparé el día siguiente.

El menhir que da nombre a la población

Mont-Saint-Michel: (Unos 30 Km)

Para quien no quiera pedalear, salen autobuses todos los días al Monte San Miguel.

Yo tomé una vía verde que me llevó hasta allí, pero regresé en autobús.
¡Era el final de mi viaje! ¡Mi Meca!
Lo cierto es que hace mucho tiempo que quería visitar este lugar. Y por fin estaba allí.

Se puede ver que este lugar es turístico a tope, pero no por ello deja de ser bonito

Que ganas tenía de hacerme esta foto

¿Veis esa grúa roja al fondo a la izquierda? Había hecho una presa provisional para que el agua del mar no entrase e inundara la zona de trabajo de la maquinaria. Y es que cuando llegué  estaban en obras. La pasarela de madera ya estaba terminada, para que cuando la marea suba la gente no se quede aislada en el monte. Pero estaban haciendo más cosas. Una pena no poder ver como la marea convierte en isla al Monte San Miguel.

Marea baja. El agua no cubre todavía el paso.

La abadía-pueblo es impresionante

La torre donde está la estatua dorada del Arcangel San Miguel

Sant-Michel es un conglomerado de casas con calles estrechas que suben en espiral, de aspecto medieval, trepando por las laderas del monte. Un auténtico monasterio-fortaleza único, que jamás fue conquistado y que creció poco a poco hasta cubrirlo todo.

El interior de la Abadía, solo acceso de pago

Entré al monasterio con entrada, que me salió gratis con la tarjeta de discapacitado, no importa que fuera extranjero. Menos mal que esto es Europa.

El claustro

Hora punta en las callejuelas del Monte.

El interior del monte también esta horadado por criptas.

Es increíble que esta mole esté levantada sobre columnas y criptas.

La marea va subiendo, rodeando el monte

Había completado el viaje.
Ya solo me quedaba regresar a Dol-de-Bretagne, pasar la noche, pagar al fin al colgao y comprar los billetes de vuelta a Pau. ¡Carísimos!
Tuve que ir a Rennes, luego París (no vi nada y allí, en la estación intentaron robarme la bicicleta) y de allí a Pau.

Y luego... ¡De regreso a España!








Segunda parte de la Ruta Nantes - Roscoff.


Tercer día en ruta: (Unos 54 Km hasta Mûr-de-Bretagne)

Pedaleo sin problemas todavía junto al canal, alternando tierra compactada con pequeños tramos de asfalto roto. Si descontamos las pequeñas elevaciones de las esclusas, el recorrido es llano por lo que se avanza rápido.

Paso Por la localidad de Rohan, donde apenas me detengo.

El cargador solar tiene poco rendimiento bajo este clima

Y continuo haciendo tan solo las pausas necesarias para algunas necesidades y tomar fotos y vídeos.
Y así llego a Pontivy, donde me acerco a la oficina de turismo para que me señalen sobre plano los lugares más destacables de la villa. La belleza que me atendió me señaló sobre todo el Château des Rohan (segunda mitad del siglo XIV). Una fortaleza militar de la que hice tomas de vídeo, pero olvidé fotografiar.
También me comentó que hay un albergue de juventud, por quien quiera pernoctar de forma más económica.

La original Oficina de Turismo de Pontivy. Un barco en el propio canal.

Por si había dudas de que estaba en el canal correcto
(y eso lo señalo por lo que vendría más adelante)

Bien, aquí quiero haceros una importante aclaración: Pontivy es un nudo de canales, por lo que conviene tener precaución para continuar por el correcto.
Por mi parte, al entrar en la población y volver después al canal, tomé el equivocado. ¡Y es que todos se parecen!
Además, en lugar de comprobar con el plano el camino correcto, pregunté a un oriundo del lugar si iba bien hacia Brest.
Oui! Oui!
Lo que no tuve en cuenta es lo que me dijo uno más tarde. Y es que en Bretaña tienen un dicho "Todos los caminos van a Roma". Por lo que avancé como unos 7 Km por un ramal equivocado hasta que un cariñoso gato se me cruzó, obligándome a desmontar y restregándose mimoso en mis piernas parecía querer decirme "vuelve atontao, que por aquí no es". Y justo fue así, que un buen hombre que cultivaba un huerto se acercó a hablar conmigo y me explicó detalladamente (incluso sacó su propio plano) donde me encontraba (¡casi en dirección contraria!) y por donde tenía que ir.
Así que no quedaba más remedio que regresar a Pontivy y tomar el canal correcto.
Entre ida y vuelta, me comí 14 Km más que no los he incluido arriba, por lo que casi pierdo el autobús en Mûr-de-Bretagne. (Total reales 68 Km)

Adjunto plano explicativo, para ayudaros en caso de que paséis por aquí.

Marco desde la oficina de turismo, pasando por el Albergue (cuidado después)

Y a partir de allí, 15 Km de un canal que poco a poco va ganando desnivel, hasta que unas compuertas continuadas, hechas para que los barcos puedan subir al Pantano de Guerlédan, hacen que la carretera que se toma de desvío, haga honor al nombre de Muro de Bretaña.
Anda que no sudé para llegar arriba, porque el pueblo también es una continua cuesta hasta la plaza donde está la parada de autobuses. ¡Ya no se podía subir más! Y encima a toda prisa, porque pensé que perdía el autobús. Al final llegue con 40 minutos de adelanto.
Un apunte: El autobús, que es utilizado tanto por adultos como por los niños que van al colegio, cuesta tan solo 2€ el recorrido completo. Una ganga.

No voy a hacer comentarios del personal que encontré al entrar en el pueblo, en un bar con unas ilustraciones en las ventanas del Tour de Francia (que pasa por ahí). Baste decir que fueron los primeros que no me comprendían por mi mal francés, sino por falta de entendederas. ¡El camarero bostezó tres veces mientras me servía una caña!
Recuerdo esos tiradores de cerveza con forma de pistolas Colt y una señora que me enseñaba sin venir a cuento sus medicamentos para los transtornos mentales... que grima. En fin, que agarré el primer autobús que me llevaba a Carhaix-Plouger porque ya estaba hasta las narices.
Además, estaba entre las opciones previstas.

No hay mucho que decir de Carhaix, exceptuando que el camping está como a unos 2 Km del centro. Poco después de instalarme, lo visité a eso de las 7 y en cosa de media hora ¡la gente desapareción de la calle como por arte de magia!
Y es que en Francia se toman muy en serio los horarios de las comidas.
Algo importante. Aquí dejamos del Canal de Nantes a Brest para dirigirnos a Roscoff usando la vía verde nº 7.
Hay carteles pequeños, pero abundantes que marcan la ruta.

Cuarto día de ruta: (Unos 24 Km hasta Huelgoat)

Sí, habéis leído bien. Tan solo 24 Km desde el camping, aunque los tres últimos son cuesta arriba.
Y la razón está en Huelgoat. Había escuchado buenos comentarios de este mítico bosque encantado, hogar de hadas, duendes y gigantes. Y no me arrepentí en absoluto el disponer de mucho tiempo para recorrer todos sus rincones.
La salida de Carhaix es liosa, a pesar del plano de la oficina de turismo. Adjunto plano propio con indicaciones para que no malgastéis tiempo. El camino es al principio una senda por la que solo cabe un ciclista.



Hay que seguir el camino hasta pasar Poullaouen, hasta una salida a carretera a la altura de... bien de nada. pero está clarísimo donde es. No hay perdida, unos 15 Km tras salir de Carhaix.
Unos 5 Km de carretera con poca circulación hasta Huelgoat.
Antes incluso está (bien indicado) Le Gouffre (El Abismo). Es un sumidero profundo donde cae el agua de un riachuelo.

Huelgoat:

Las fotos y los vídeos que hice no hacen justicia a la maravilla natural que vi. Quizá un profesional lo habría logrado, pero yo no he podido transmitir las sensaciones que me embargaron en ese mágico lugar, ni las proporciones de los paisajes. pero trataré de explicarlo con palabras más adelante.

La pequeña población de Huelgoat crece al borde de un lago

La población en sí es pequeña pero agradable. Creo que no hay un pueblo en esta región que al menos no sea agradable a la vista. Y su situación junto al lago y el bosque le dan cierto encanto.
Las personas con las que hablé resultaron simpáticas e incluso en la oficina de turismo se ofrecieron a llamar ellos mismos para reservarme la habitación que yo quisiera entre la oferta que tenía el pueblo.
Porque resultó que el camping estaba cerrado.
Me dijeron que había otros a unos 3,5 Km, pero también que el día iba a empeorar mucho y haría frío. Y si esta gente acostumbrada a este clima decía eso... Decidí hacerles caso.
Y menos mal, porque por la noche se levantó un viento fuerte y cayó la mundial. Mi tienda lo habría resistido, creo, pero dudo que hubiera pegado ojo.

Al final opté por un B&B (Bed and Bredfast) que poco a poco, a medida que me acercaba al Canal de la Mancha, abundaban más. Y es que la presencia inglesa se empezaba a notar.

¿Quién no disfrutaría viviendo en un lugar así?

El B&B resultó... funcional. El desayuno bueno. No era muy caro y por lo menos lo amorticé comprando en la tienda y haciendo las dos comidas, comida y cena, en la habitación. Así ahorré algo de dinero.
Llevaba un presupuesto ajustado y el tren se me había llevado un buen pellizco. Y lo que faltaba...

Además, eso me dio tiempo para disfrutar del bosque de Huelgoat, que a eso había venido.
Dejé la bicicleta en el B&B y decidí recorrer el bosque a pie, para no perderme nada y hacerlo con la mayor tranquilidad posible.
El camino partía junto al lago y casi enseguida, como si cruzaras una puerta mágica, te ves transportado a un lugar maravilloso.

Este sendero te introduce en el bosque

El bosque de Huelgoat ya no es grande, pero es antiguo. La acción del hombre lo ha reducido, pero ha sido lo suficientemente sabia como para respetar este santuario de la naturaleza. Un lugar lleno de leyendas sobre seres mágicos y otras más reales, sobre los druidas y los pobladores que residieron en la Península de Armorica.
Enlace a la leyenda del gigante Pantagruel:
http://www.vacaciones-bretana.com/descubrir/lugares-insolitos/huelgoat

Todo es verde, espeso, húmedo y encantador

¿Que hace este pedrusco aquí?

Se dice, fuera de las leyendas que este caos rocoso fue producido en realidad por un grieta en la tierra que escupió magma y esculpió el curioso aspecto de lo que nos vamos encontrando.
El estanque de las hadas, el champiñón, la cueva de Arturo...

El champiñón. Creedme, no se aprecia bien, pero las rocas son enormes

Recorrí todos los rincones que pude, internándome en el bosque y entre el caos de piedras inmensas que se alojan de manera inusual en el cauce de un riachuelo. No puedo explicar bien las proporciones de aquello. Hay que verlo para darse cuenta. Pero había acumulaciones de rocas del tamaño de furgonetas grandes apiladas sin orden ni concierto, en las que abundaba el musgo y sobre las que habían llegado incluso a crecer árboles.
El sonido del bosque, los animales, el recogimiento de un lugar cerrado, sagrado... Era algo que llegaba muy hondo dentro de mí.
El tiempo se me pasó sin darme cuenta hasta que casi atardeció.

En la casa del guarda se aprecia como crece aquí la vegetación.
Comparad las plantas con las sillas (¡no son sillas de juguete!)

Me despedí de aquel lugar mágico sintiéndome bien, pero triste de abandonarlo.

Por si alguien duda todavía de que la magia reside en este bosque...

Quinto día: (Unos 72 hasta Roscoff)

Está vez hice unos poco más, pero es que a medida que nos acercamos a la costa, hay tramos de suave bajada por la que se pedalea sin esfuerzo y a toda velocidad. Es un placer rodar por estos caminos.
La vía verde nº 7 y Eurovelo 1

Es una antigua vía férrea "chemin de fer" desmantelada y convertida en una vía para cicloturistas.
Si en España hicieran los kilómetros de vías verdes que tienen aquí, podríamos recorrer el país entero haciendo turismo en bicicleta, pero no será el caso...
Aquí se puede cruzar el país sin casi peligro de vehículos a motor. A ver si aprenden algun@s.

¿Apetece cambiar tu auto-caravana por una más rústica?

Me lancé carretera abajo los 5 km que me separaban de la vía verde y pedaleé hacia el norte por pistas de tractores que serpenteaban entre colinas, en las que a veces la vegetación llegaba a crear túneles entre los que se filtraba la luz del sol pintándolo todo de verde. Imaginé como sería esto en otoño y ¡waw!.

Una gozada pedalear por estas pistas

40 Km fáciles después, llegue a Morlaix, con un vertiginoso descenso final que me llevó justo al centro de la población, donde en una plaza junto al acueducto, había un mercadillo de libros antiguos.
Me comí una crepe deliciosa en una terraza y un café, tras el cual paseé curioseando el mercadillo y luego me dirigí al puerto fluvial.

 Algunos jubilados compran coches antiguos y se van a recorrer mundo con ellos

Un lugar agradable para descansar.

 Desde el puerto, las vistas de la villa eran las más bonitas.

Pero quería llegar hoy a Roscoff, así que tras asegurarme de que había vía verde hasta allí, continué camino.
Hasta el final de la vía verde, lo más destacable fueron los tramos en los que ya se sentía el mar y el paso por St-Pol-de-Leon, con unas bonitas iglesias.
Pero se me hizo duro llegar, aunque mereció la pena. Existe algo especial en llegar a tu destino pedaleando.
Por fin había llegado a Roscoff.