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jueves, 7 de julio de 2016

Una ruta por la Alsacia.


Primer día: Estrasburgo.

Puede este considerarse el primer día de la ruta, aunque me costó 5 horas llegar en coche hasta Perpignan y luego tomar un tren nocturno que me llevó hasta esta ciudad europea.
Pero llegué pronto por la mañana y descansado, así que disponía de todo el día para visitarla.
En el tren conocí a dos hermanas muy simpáticas, francesas ellas, claro. De madre española y que apenas conocían alguna palabra en español. Esto me sirvió para practicar el oxidado idioma apenas usado en todo un año.
La llegada a Estrasburgo y mi primer contacto con esa zona de Francia no estuvo exenta de algún contratiempo, pues nada más salir de la estación, el cuentakilómetros inalámbrico se enganchó en los radios de la rueda y se destrozó. ¡No tengo suerte con esos aparatitos!
Pero lo cierto es que no me importó demasiado, estaba feliz de estar ya por fin allí, después de planearlo todo.

Estación de Estrasburgo. Esas bicicletas amarillas las utilizan los carteros.

Tenía todo un día (lo que tampoco es mucho) para visitar la ciudad y como el hotel no estaba disponible hasta las 15:00h, me dediqué a recorrerla en bicicleta.

El centro de Estrasgurgo está cercado por canales

Detalles de las casas cubiertas de vegetación
Esta es una ciudad muy grande y realmente europea. Se ve en la diversidad de nacionalidades de las personas que recorren sus calles y, por supuesto, en que es la sede del Parlamento Europeo.
Recorrer sus calles es una gozada. Ha mucha, pero muchas personas que utilizan las bicicletas para desplazarse. No importa la edad. Y al principio casi dan miedo por la velocidad a la que circulan. Supongo que todo es acostumbrarse.
Desde el primer momento uno ya comienza a disfrutar de la arquitectura alsaciana y de ese sabor alemán que destilan sus calles. No en vano, tan solo un puente nos separa de Alemania, por lo que abundan muchos turistas provenientes de ese país.
Y se nota también la influencia en su gastronomía, en la cerveza y en sus platos, pero no deja de ser una ciudad francesa y por ello encontraremos la famosa "Tarte flambée" y vinos auténticamente alsacianos.

Pero no puedes irte sin probar un grasiento "Hot dog" acompañado de una buena cerveza alemana
de los numerosos puestos ambulantes que recorren las calles del centro

Lo más bonitos de esta ciudad, es sin duda el centro histórico, o la "Pequeña Francia". Que es la parte más antigua y la que más encanto tiene. Por sus casa, sus calles y sus canales.

La "Petite France". Toda esa zona azul claro es peatonal




Una ciudad limpia, florida, cuidada al detalle y totalmente accesible a la bicicleta.
Podemos recorrerla con ella, o como yo hice al final, dejarla en el hotel y caminar con tranquilidad y detenerse en los preciosos y numerosos rincones que llenan este centro histórico.
Sería muy largo de explicar todo los "desencuentros" que tuvo esta ciudad con Alemania a lo largo de la historia reciente, sobre todo en la segunda guerra mundial, así que si os interesa, ved el vídeo que preparo para este viaje o consultad la Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Estrasburgo

Enseguida acabaréis llegando inevitablemente a la catedral. Y es un edificio inmenso, que apenas se puede abarcar en su conjunto hasta que uno no se aleja lo suficiente. Es considerada la obra maestra absoluta del arte gótico.




En su interior alberga un increíble reloj astronómico, de un arte maravilloso. Lleno de mecanismos y autómatas que se mueven al sonar las horas. En el se marcan también los calendarios de fechas señaladas así como el movimiento de algunos astros.

La plaza de la catedral está siempre muy animada

La parte posterior está mucho más tranquila

En la plaza podréis comprar algunos recuerdos, aunque en mi opinión son todo "turistadas". Podréis ver en todas partes muñecos y dibujos referentes a la cigüeña, que es es ave emblemática de la Alsacia.

Pero el centro de Estrasbusgo es enorme. Da para muchas horas de caminar. Por eso lo mejor es detener de vez en cuando a repostar, tomarse unas salchichas y si el calor aprieta, un cucurucho de helado, que están por todas partes.

Yo probé alguna de las especialidades alsacianas y no me decepcionaron. Todo está muy rico, aunque no me atreví con "la choucroute". No tengo yo el estómago para semejante plato.





Por la tarde, ya que tras 6 horas me había visto el casco antiguo de Estrasburgo, tomé un barco de recreo que navegaba por los canales y las esclusas, llevándonos hasta una zona más alejada en la que se emplaza el Parlamento Europeo. Una enorme sede que reúne a los mayores vividores de la UE.

Barco de recreo que recorre los canales y te explican curiosidades sobre los
edificios y puentes que pueden verse desde allí




Por el camino nos explicaron someramente por medio de auto guías la historia de Estrasburgo, sobre todo la creación de la zona nueva y de como sufrieron el periodo de ocupación nazi. Un paseo entretenido e instructivo.





Algunos detalles de los edificios que nos rodean. Todo tiene un encanto especial.

De verdad, que a pesar de estar ya cansado de caminar, disfrutaba sentándome en las plazas y comiéndome un helado, o cenando en alguno de los puestos de salchichas a la brasa. Y simplemente mirar a mi alrededor, contemplar la ajetreada vida de los habitantes que se entrecruzan en caóticos ríos de tranvías, peatones y ciclistas que nunca llegaban a chocar pese a no haber casi semáforos.

Eso me da que pensar.


Así es gran parte del centro de la ciudad

Y así
Y así
Realmente es una ciudad que merece la pena visitar
Y por último, ya sin fuerzas, me arrastré hasta el hotel y dormí como un bendito tras semejante paetada.

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