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miércoles, 6 de agosto de 2014

Canal del Midi (Toulouse - Carcassonne)

De Toulouse a Castelnaudary:


Una nueva ruta recomendada para casi cualquiera por su escasa dificultad y su singular belleza.
A pesar de que el Canal del Midi recorre la mitad sur de Francia hasta el mar Mediterráneo, su casi nulo desnivel y el encanto de las poblaciones y del propio canal hace de este unos de los más transitados recorridos por los españoles en ese país.
Cada uno puede repartirse las etapas según convenga a su condición física, pero la cantidad de lugares donde abastecerse hace que esto no sea ningún problema.

Nuestra primera etapa fue entre la propia Toulouse y Castelnaudary, unos 70/74Km desde nuestro lugar de descanso en la Ciudad Rosa. (La llaman así por los numerosos edificios construidos en ladrillo rojizo).
La Place du Capitole, la basílica de St. Sernin, sus callejuelas llenas de rincones con encanto y el Garona, cruzado por puentes de diferentes épocas cargados de historia.

Plaza del Capitolio

El río Garona a su paso por el centro de Toulouse

Durante 3/4 partes de la etapa se rueda sobre pista asfaltada, que se convierte en sendero al llegar a Port Laugarais, siempre paralelo al canal.

Comenzamos con alegría y cachondeo (Noe,Sergio,Pablo y el menda)

Ya de buena mañana, comienzan las bromitas y mi bicicleta queda con el sobrenombre de "triciclo". Y yo que la quería llamar la bala plegable... Pues nada, a pedalear con mi triciclo.

Dejamos el coche en el parquing del aparta-hotel por tan solo 3€ al día. Una ganga. Esa noche habíamos dormido allí todos por unos 63€ impuestos turísticos incluidos. Aunque cuando empezó a sobrevolarnos un avión cada 5 minutos, entendimos el por qué. Casi podía ver las caras de los pasajeros por la ventanilla.

Pero volviendo a ponerme poeta...

Hileras interminables de ancianos arces blancos escoltan las márgenes del canal, de verde corriente causado por el reflejo del follaje en verano, que se torna rojo y oro en otoño, cuando las hojas perennes caen y cubren las calmas aguas. (Sonido de arpas). ;)

Barcazas de romántica belleza yacen en permanente atraque en numerosos puntos y se han convertido en casas y tiendas de llamativos colores. Mientras que arriba y abajo navegan con lentitud barcos de recreo.


Lo primero que conviene hacer en mi opinión, si no se tiene, es pasar por una oficina de información y pedir uno de los mapas gratuitos del canal, donde vienen marcadas esclusas, pueblos cercanos y otros puntos de interés.

Nuestro punto de partida, iniciando el canal, fue junto a la estación de tren de Toulouse-Matabiau (sncf).
Salir de la ciudad lleva un rato y te cruzas con numerosos ciclistas y corredores. La verdad es que las afueras son tan verdes que uno piensa en lo agradable que debe de ser vivir aquí para los que gustan de disfrutar del campo.

Poco después se pasa un primer puerto fluvial y una y otra vez un numero alto de esclusas donde los barcos superan los desniveles del terreno, tanto en ascenso como en descenso.
Siempre llama la atención el funcionamiento de estas esclusas y uno no puede evitar quedarse a ver como se llenan y vacían al paso de los pequeños barcos.


Rodar por aquí es un placer. Los kilómetros apenas se notan y la novedad del canal hace que el tiempo pase sin apenas darse uno cuenta. Los árboles dan sombra en los días más soleados y protegen algo de la lluvia en los frecuentes chubascos propios de la región.

Y ya próximos a Castelnaudary, la pista asfaltada se hace camino y el camino sendero.
Muchos se quejan de que las raíces de los árboles convierten este camino en un tramo incómodo y en el que hay que tener precaución. Bien, estoy de acuerdo de que la precaución nunca sobra, pero lo cierto es que el camino es bastante entretenido y se pedalea muy bien. (Aunque habría que verlo enfangado).
Solo cuidado con las rodadas, que la rueda se puede ir mientras miras extasiado el paisaje y el canal es profundo.

"Titas, titas.." Noe intenta procurarnos la cena a base de magret de pato

Y por fin el pintoresco pueblo de Castelnaudary, con su puerto fluvial y su plácida y casi inexistente vida nocturna. El cuenta kilómetros marcaba 74 km desde el aparcamiento (visitas incluidas).
Ensanchamiento del canal a su paso por Castelnaudary

Molino que nos recuerda la vida llevada por los antiguos Cátaros del Alto Garona

Aquí acampamos cerca de las esclusas a la salida de la población y comprobamos que efectivamente nadie se molestó. De hecho yo pregunté en la oficina de información y se encogieron de hombros. No hay prohibición y mucha gente lo hace, me dijeron.
Merece la pena una visita a Castelnaudary, que se realiza pronto. Unas cervecitas en una barcaza-bar no tiene precio. Y en lo alto, un precioso molino y unas vistas del Alto Garona donde en la antigüedad batallaron tropas en un fracasado asalto a la población por parte de Simón de Montfort. Pero quien quiera batallitas, que lea la historia de los cátaros, muy interesante.

Una parada para contemplar los antiguos campos de batalla, hoy bucólica campiña francesa

De Castelnaudary a Carcassonne:



Nos despertamos pronto, pero levantamos el campamento sin prisas. La etapa de hoy se presentaba mucho más corta, dedicada en gran parte a una visita turística de la medieval Carcassonne. Unos 44 Km aproximadamente (desplazamientos por las poblaciones incluidos).

Ñapa improvisada con botes vacíos de Powernosequé para mantener las alforjas separadas

El camino es entretenido, a veces ancho, a veces un sendero estrecho al filo del canal. Se circula bien por el, a pesar de algún punto aislado donde los baches hacen temblar la bicicleta. Pero como digo, en su mayor parte es un camino muy bueno.
Además, tiene un mayor encanto al verse más silvestre y uno se divierte alcanzando y adelantando a los barcos que navegan con lentitud por el canal.

A la sombra de los arces se pedalea mejor

El camino está salpicado de casas conde se puede tomar uno un café. Y las llamo casas porque eso parecen, aunque quizá fuesen las antiguas residencias de los vigilantes de esclusas. Algunas están abiertas y otras cerradas, presumiblemente abandonadas.

La paz que se respira no tiene precio



Y por fin, con alguna que otra penalidad producida por el dolor de trasero y las rebeldes alforjas de Pablo, que se empeñaban en rozar con las ruedas a pesar de los inventos del TBO con los que nos echamos más de una risa, llegamos a Carcassonne.

La lluvia nos acompañó en algunos momentos finales del viaje, pero miradnos "felices cual perdices"

Allí, con la inestimable ayuda de algunos oriundos de la cité, nos alojamos en un hostal que aunque no fue muy barato que digamos, nos salvó de la molesta lluvia y descansamos bien.
Y ala, a visitar la ciudadela medieval, preciosa e impresionante, pero a esas horas y en esas fechas, llena de turistas.

El pueblo-fortaleza de Carcassonne

Detalle de las viviendas interiores de las murallas

Nos lo pasamos bien, echamos muchas fotos y nos clavaron de mala manera en la cena. Pero oye, por su hospitalidad, les dejé un buen regalo en el baño tras la cena.

La noche cae y nos despedimos de la ciudadela

Al día siguiente fuimos a la estación, porque por motivos que no vienen a cuento, decidimos volvernos.
Y para quien se pregunta si es posible subir las bicicletas, pues sí, pero al coger los billetes, os dirán la hora del tren que os puede alojar, dependiendo del número de bicicletas.
A nosotros nos tocó esperar hasta las 12:04, por lo que dimos una vuelta por la "Carcassonne nueva".
Los vagones que admiten las bicis tienen una bicicleta blanca pintada en un lateral y una señal de permitido subirlas. Sin más problema, quitando que no topeis con un revisor con pocas luces.

Regresamos a Toulouse, de allí al coche en bicicleta (apunto que la ciudad está muy bien preparada para ello) y en muy poco tiempo ya estábamos de vuelta en el aparcamiento.
¡Y para casa, esta vez por la autopista para que nuestro amigo S. no nos deleite con una serenata de quejas!
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http://www.canal-et-voie-verte.com/Le-Canal-du-Midi?lang=fr


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