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domingo, 14 de junio de 2015

Segunda parte de la Ruta Nantes - Roscoff.


Tercer día en ruta: (Unos 54 Km hasta Mûr-de-Bretagne)

Pedaleo sin problemas todavía junto al canal, alternando tierra compactada con pequeños tramos de asfalto roto. Si descontamos las pequeñas elevaciones de las esclusas, el recorrido es llano por lo que se avanza rápido.

Paso Por la localidad de Rohan, donde apenas me detengo.

El cargador solar tiene poco rendimiento bajo este clima

Y continuo haciendo tan solo las pausas necesarias para algunas necesidades y tomar fotos y vídeos.
Y así llego a Pontivy, donde me acerco a la oficina de turismo para que me señalen sobre plano los lugares más destacables de la villa. La belleza que me atendió me señaló sobre todo el Château des Rohan (segunda mitad del siglo XIV). Una fortaleza militar de la que hice tomas de vídeo, pero olvidé fotografiar.
También me comentó que hay un albergue de juventud, por quien quiera pernoctar de forma más económica.

La original Oficina de Turismo de Pontivy. Un barco en el propio canal.

Por si había dudas de que estaba en el canal correcto
(y eso lo señalo por lo que vendría más adelante)

Bien, aquí quiero haceros una importante aclaración: Pontivy es un nudo de canales, por lo que conviene tener precaución para continuar por el correcto.
Por mi parte, al entrar en la población y volver después al canal, tomé el equivocado. ¡Y es que todos se parecen!
Además, en lugar de comprobar con el plano el camino correcto, pregunté a un oriundo del lugar si iba bien hacia Brest.
Oui! Oui!
Lo que no tuve en cuenta es lo que me dijo uno más tarde. Y es que en Bretaña tienen un dicho "Todos los caminos van a Roma". Por lo que avancé como unos 7 Km por un ramal equivocado hasta que un cariñoso gato se me cruzó, obligándome a desmontar y restregándose mimoso en mis piernas parecía querer decirme "vuelve atontao, que por aquí no es". Y justo fue así, que un buen hombre que cultivaba un huerto se acercó a hablar conmigo y me explicó detalladamente (incluso sacó su propio plano) donde me encontraba (¡casi en dirección contraria!) y por donde tenía que ir.
Así que no quedaba más remedio que regresar a Pontivy y tomar el canal correcto.
Entre ida y vuelta, me comí 14 Km más que no los he incluido arriba, por lo que casi pierdo el autobús en Mûr-de-Bretagne. (Total reales 68 Km)

Adjunto plano explicativo, para ayudaros en caso de que paséis por aquí.

Marco desde la oficina de turismo, pasando por el Albergue (cuidado después)

Y a partir de allí, 15 Km de un canal que poco a poco va ganando desnivel, hasta que unas compuertas continuadas, hechas para que los barcos puedan subir al Pantano de Guerlédan, hacen que la carretera que se toma de desvío, haga honor al nombre de Muro de Bretaña.
Anda que no sudé para llegar arriba, porque el pueblo también es una continua cuesta hasta la plaza donde está la parada de autobuses. ¡Ya no se podía subir más! Y encima a toda prisa, porque pensé que perdía el autobús. Al final llegue con 40 minutos de adelanto.
Un apunte: El autobús, que es utilizado tanto por adultos como por los niños que van al colegio, cuesta tan solo 2€ el recorrido completo. Una ganga.

No voy a hacer comentarios del personal que encontré al entrar en el pueblo, en un bar con unas ilustraciones en las ventanas del Tour de Francia (que pasa por ahí). Baste decir que fueron los primeros que no me comprendían por mi mal francés, sino por falta de entendederas. ¡El camarero bostezó tres veces mientras me servía una caña!
Recuerdo esos tiradores de cerveza con forma de pistolas Colt y una señora que me enseñaba sin venir a cuento sus medicamentos para los transtornos mentales... que grima. En fin, que agarré el primer autobús que me llevaba a Carhaix-Plouger porque ya estaba hasta las narices.
Además, estaba entre las opciones previstas.

No hay mucho que decir de Carhaix, exceptuando que el camping está como a unos 2 Km del centro. Poco después de instalarme, lo visité a eso de las 7 y en cosa de media hora ¡la gente desapareción de la calle como por arte de magia!
Y es que en Francia se toman muy en serio los horarios de las comidas.
Algo importante. Aquí dejamos del Canal de Nantes a Brest para dirigirnos a Roscoff usando la vía verde nº 7.
Hay carteles pequeños, pero abundantes que marcan la ruta.

Cuarto día de ruta: (Unos 24 Km hasta Huelgoat)

Sí, habéis leído bien. Tan solo 24 Km desde el camping, aunque los tres últimos son cuesta arriba.
Y la razón está en Huelgoat. Había escuchado buenos comentarios de este mítico bosque encantado, hogar de hadas, duendes y gigantes. Y no me arrepentí en absoluto el disponer de mucho tiempo para recorrer todos sus rincones.
La salida de Carhaix es liosa, a pesar del plano de la oficina de turismo. Adjunto plano propio con indicaciones para que no malgastéis tiempo. El camino es al principio una senda por la que solo cabe un ciclista.



Hay que seguir el camino hasta pasar Poullaouen, hasta una salida a carretera a la altura de... bien de nada. pero está clarísimo donde es. No hay perdida, unos 15 Km tras salir de Carhaix.
Unos 5 Km de carretera con poca circulación hasta Huelgoat.
Antes incluso está (bien indicado) Le Gouffre (El Abismo). Es un sumidero profundo donde cae el agua de un riachuelo.

Huelgoat:

Las fotos y los vídeos que hice no hacen justicia a la maravilla natural que vi. Quizá un profesional lo habría logrado, pero yo no he podido transmitir las sensaciones que me embargaron en ese mágico lugar, ni las proporciones de los paisajes. pero trataré de explicarlo con palabras más adelante.

La pequeña población de Huelgoat crece al borde de un lago

La población en sí es pequeña pero agradable. Creo que no hay un pueblo en esta región que al menos no sea agradable a la vista. Y su situación junto al lago y el bosque le dan cierto encanto.
Las personas con las que hablé resultaron simpáticas e incluso en la oficina de turismo se ofrecieron a llamar ellos mismos para reservarme la habitación que yo quisiera entre la oferta que tenía el pueblo.
Porque resultó que el camping estaba cerrado.
Me dijeron que había otros a unos 3,5 Km, pero también que el día iba a empeorar mucho y haría frío. Y si esta gente acostumbrada a este clima decía eso... Decidí hacerles caso.
Y menos mal, porque por la noche se levantó un viento fuerte y cayó la mundial. Mi tienda lo habría resistido, creo, pero dudo que hubiera pegado ojo.

Al final opté por un B&B (Bed and Bredfast) que poco a poco, a medida que me acercaba al Canal de la Mancha, abundaban más. Y es que la presencia inglesa se empezaba a notar.

¿Quién no disfrutaría viviendo en un lugar así?

El B&B resultó... funcional. El desayuno bueno. No era muy caro y por lo menos lo amorticé comprando en la tienda y haciendo las dos comidas, comida y cena, en la habitación. Así ahorré algo de dinero.
Llevaba un presupuesto ajustado y el tren se me había llevado un buen pellizco. Y lo que faltaba...

Además, eso me dio tiempo para disfrutar del bosque de Huelgoat, que a eso había venido.
Dejé la bicicleta en el B&B y decidí recorrer el bosque a pie, para no perderme nada y hacerlo con la mayor tranquilidad posible.
El camino partía junto al lago y casi enseguida, como si cruzaras una puerta mágica, te ves transportado a un lugar maravilloso.

Este sendero te introduce en el bosque

El bosque de Huelgoat ya no es grande, pero es antiguo. La acción del hombre lo ha reducido, pero ha sido lo suficientemente sabia como para respetar este santuario de la naturaleza. Un lugar lleno de leyendas sobre seres mágicos y otras más reales, sobre los druidas y los pobladores que residieron en la Península de Armorica.
Enlace a la leyenda del gigante Pantagruel:
http://www.vacaciones-bretana.com/descubrir/lugares-insolitos/huelgoat

Todo es verde, espeso, húmedo y encantador

¿Que hace este pedrusco aquí?

Se dice, fuera de las leyendas que este caos rocoso fue producido en realidad por un grieta en la tierra que escupió magma y esculpió el curioso aspecto de lo que nos vamos encontrando.
El estanque de las hadas, el champiñón, la cueva de Arturo...

El champiñón. Creedme, no se aprecia bien, pero las rocas son enormes

Recorrí todos los rincones que pude, internándome en el bosque y entre el caos de piedras inmensas que se alojan de manera inusual en el cauce de un riachuelo. No puedo explicar bien las proporciones de aquello. Hay que verlo para darse cuenta. Pero había acumulaciones de rocas del tamaño de furgonetas grandes apiladas sin orden ni concierto, en las que abundaba el musgo y sobre las que habían llegado incluso a crecer árboles.
El sonido del bosque, los animales, el recogimiento de un lugar cerrado, sagrado... Era algo que llegaba muy hondo dentro de mí.
El tiempo se me pasó sin darme cuenta hasta que casi atardeció.

En la casa del guarda se aprecia como crece aquí la vegetación.
Comparad las plantas con las sillas (¡no son sillas de juguete!)

Me despedí de aquel lugar mágico sintiéndome bien, pero triste de abandonarlo.

Por si alguien duda todavía de que la magia reside en este bosque...

Quinto día: (Unos 72 hasta Roscoff)

Está vez hice unos poco más, pero es que a medida que nos acercamos a la costa, hay tramos de suave bajada por la que se pedalea sin esfuerzo y a toda velocidad. Es un placer rodar por estos caminos.
La vía verde nº 7 y Eurovelo 1

Es una antigua vía férrea "chemin de fer" desmantelada y convertida en una vía para cicloturistas.
Si en España hicieran los kilómetros de vías verdes que tienen aquí, podríamos recorrer el país entero haciendo turismo en bicicleta, pero no será el caso...
Aquí se puede cruzar el país sin casi peligro de vehículos a motor. A ver si aprenden algun@s.

¿Apetece cambiar tu auto-caravana por una más rústica?

Me lancé carretera abajo los 5 km que me separaban de la vía verde y pedaleé hacia el norte por pistas de tractores que serpenteaban entre colinas, en las que a veces la vegetación llegaba a crear túneles entre los que se filtraba la luz del sol pintándolo todo de verde. Imaginé como sería esto en otoño y ¡waw!.

Una gozada pedalear por estas pistas

40 Km fáciles después, llegue a Morlaix, con un vertiginoso descenso final que me llevó justo al centro de la población, donde en una plaza junto al acueducto, había un mercadillo de libros antiguos.
Me comí una crepe deliciosa en una terraza y un café, tras el cual paseé curioseando el mercadillo y luego me dirigí al puerto fluvial.

 Algunos jubilados compran coches antiguos y se van a recorrer mundo con ellos

Un lugar agradable para descansar.

 Desde el puerto, las vistas de la villa eran las más bonitas.

Pero quería llegar hoy a Roscoff, así que tras asegurarme de que había vía verde hasta allí, continué camino.
Hasta el final de la vía verde, lo más destacable fueron los tramos en los que ya se sentía el mar y el paso por St-Pol-de-Leon, con unas bonitas iglesias.
Pero se me hizo duro llegar, aunque mereció la pena. Existe algo especial en llegar a tu destino pedaleando.
Por fin había llegado a Roscoff.







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